lunes, 27 de septiembre de 2010

SIN TECHO


Es ese espacio que habitas,

la carcasa desvencijada de un hogar

en el ni siquiera caben los nidos.



Al igual que los pájaros

aprendiste el vuelo de memoria,

después de mucho asfalto

y mucha lluvia,

después de una vida tatuada

de nombres y apellidos, de rostros

que al contrario de lo esperado

no permanecieron imborrables

en el lugar cruel de la memoria.



Miras el fondo de los bolsillos

como quien fija los ojos en una caja vacía,

para saber que también esta noche

tuvo en un tiempo un lugar preciso,

más habitable y menos hostil,

más proclive a la paz de las manos

que hoy se han empeñado en clavarte las uñas

y recordarte, que todo lo que el olvido se lleva

termina por volver un día u otro

para dejarnos desnudos.