Contrariamente
la duda
es
el principio de toda certeza,
y
somos como los restos de un naufragio
que
varados quedan en la playa.
Habitamos
las plazas como palomas fantasma
que
no caminan con paso torpe ni se asustan,
ni
acuden a comer las migajas.
Contrariamente
vivimos
en
un mundo de “sálvese quien pueda”
en
el que la esperanza es una vieja zalamera
que
nos engatusa
para
dejarnos después al borde del desahucio.
Contrariamente
vivimos
sin
tener conciencia de estar solos,
ignorantes
todo el tiempo
de
que tenemos la ruta trazada,
que
todo está ensayado y definido,
que
la única forma de futuro
es
tan sólo este presente.
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